Hoy quiero volver a hablar del Prana, la energía vital, y quiero hacerlo con un enfoque muy práctico y sencillo, de forma que puedas conocer fácilmente su función.
Hablamos así de oxígeno y circulación, para adentrarnos después en la relación entre el prana y el sistema nervioso, avanzando un paso más, para comprender nuestra energía sutil.
Descubrirás la importancia de la respiración para tu equilibrio y bienestar, y al final practicaremos juntos con una meditación para equilibrar las energías nerviosas. ¡No te la pierdas!
Contenido
- Oxígeno y sistema circulatorio. Minuto 18:41
- Sistema nervioso
- Prana y sistema nervioso
- Meditación para equilibrar las energías nerviosas. Minuto 27:56
Transcripción:
En este podcast hemos hablado en numerosas ocasiones del prana, nuestra energía vital. Por si eres nuevo, o no has escuchado los primeros episodios, te recuerdo que en el número 29 hablamos sobre vivir del prana, en el 75 del prana en los upanishads, en el 95 del prana y la electricidad, y en el 109 del prana en los chakras.
Hoy vamos a continuar tratando este tema, y vamos a hacerlo de una forma realmente sencilla, porque puede que todavía no tengas una idea muy clara de qué se trata, y quiero que comprendas su importancia fácilmente, sin recurrir a términos o ideas raros o complejos.
Oxígeno y sistema circulatorio
Para comprender la verdadera función del prana debemos empezar hablando de la función del sistema circulatorio.
Sabemos que la sangre llega a los capilares de todas las partes del cuerpo a través de las arterias, gracias al corazón. Es sangre cargada de oxígeno que nutre todos los órganos y tejidos, fortaleciéndolos y revitalizándolos.
Al comenzar su viaje a través de las arterias, la sangre es de un rojo brillante. Es una sangre rica, de buena calidad, ya que está llena de oxígeno, y, por tanto, de vida.
Después, en su camino de regreso a través de las venas es una sangre pobre, de color azul, apagada y sin brillo, ya que ahora contiene todo el material de desecho de las células.
Como dice Yogi Ramacharaka:
Sale como un arroyo fresco de las montañas; vuelve como un torrente de agua de alcantarilla.
Esta sangre llega al corazón, y de él se dirige a los pulmones, donde entra en contacto con el aire recién inhalado, en las ramificaciones bronquiales. Aquí las paredes son lo suficientemente gruesas para contener la sangre, pero a la vez lo suficientemente finas para dejar pasar el oxígeno.
Cuando el oxígeno entra en contacto con la sangre se produce una forma de combustión, en la que la sangre toma oxígeno y expulsa gas ácido carbónico, proveniente de todas las sustancias tóxicas y de desecho recolectadas en todo el organismo.
La sangre se purifica de este modo, y así vuelve a comenzar de nuevo su viaje a través del corazón, a cada parte del cuerpo, de nuevo de un color rojo intenso, llena de vida.
Se estima que a lo largo de un día, en 24 horas, cerca de 20.000 litros de sangre atraviesan los capilares de los pulmones, los corpúsculos sanguíneos pasando de uno en uno en fila, para exponerse al oxígeno en toda su superficie.
Por ello, debemos pararnos a pensar que, si no llenamos los pulmones con suficiente cantidad de aire fresco, la sangre no puede ser purificada en su totalidad. Esto implica que no será tan nutritiva, pero además, que los productos de desecho que deberían haberse eliminado no lo han hecho, por lo que retornan al torrente sanguíneo, envenenando el organismo.
Si no respiramos con la suficiente profundidad, la sangre no puede realizar correctamente su trabajo, lo que se traduce en desnutrición, enfermedad y desequilibrio.
Además, es obvio que se reduce la cantidad de oxígeno disponible para regenerar, nutrir y fortalecer cada parte del cuerpo. Ya que cuando el oxígeno entra en contacto con la sangre, se une a ella gracias a la hemoglobina, que lo lleva a cada célula, tejido u órgano.
Para que te hagas una idea de la importancia de esta función, el oxígeno no es sólo necesario en cada parte del cuerpo, sino que de él dependen también funciones como la digestión. Aquí de nuevo se produce una forma de combustión, cuando el oxígeno de la sangre entra en contacto con la comida, por lo que es necesario un cierto aporte de oxígeno a través de los pulmones.
De hecho, la debilidad pulmonar suele ir de la mano con la mala digestión.
Todo el cuerpo depende del alimento que asimilamos a través de la comida, incluidos los pulmones, por lo que al final es un círculo vicioso, en el que una respiración imperfecta o pobre da lugar a una digestión imperfecta o pobre. Como consecuencia los pulmones se debilitan, siendo cada vez menos capaces de cumplir su función, lo que hace que el cuerpo continúe debilitándose.
Una cantidad insuficiente de oxígeno lleva a una nutrición, eliminación y salud deficientes.
Sistema nervioso
Ahora vamos a pasar a conocer el sistema nervioso, para poder después relacionarlo con el prana.
El sistema nervioso se divide en dos grandes partes, el sistema nervioso central y el sistema nervioso periférico.
El sistema nervioso central es el centro de control del cuerpo, compuesto por el encéfalo y la médula espinal.
El sistema nervioso periférico contiene todas las vías de comunicación entre el sistema nervioso central y el cuerpo, por lo que se compone de todos los nervios espinales y craneales.
El sistema nervioso periférico se compone a su vez del sistema nervioso somático (o voluntario) y del sistema nervioso autónomo (o involuntario).
A este último es al que nos interesa llegar, ya que se compone del sistema nervioso simpático y parasimpático. Estos dos te sonarán de la práctica de yoga, ya que el primero es el encargado de activarnos y mantenernos alerta, de la famosa respuesta de lucha o huida, mientras que el segundo nos ayuda a relajar, siendo responsable del descanso y de la digestión.
El sistema nervioso autónomo está formado por una doble cadena de ganglios a los lados de la columna vertebral, y de otros ganglios dispersos por el cuerpo en la cabeza, el cuello, el pecho y el abdomen.
Los ganglios están conectados entre sí a través de filamentos, y con el cerebro a través de nervios motores y sensoriales. De los ganglios nacen numerosas ramificaciones que llegan a todos los órganos del cuerpo. Y hay puntos en los que confluyen gran cantidad de nervios, que llamamos plexos. Es donde se ubican los chakras, en los lugares de mayor actividad nerviosa, y, como vamos a ver, también pránica.
Prana y sistema nervioso
Llegamos así a la parte más interesante de hoy, en la que vamos a ver la relación entre el prana y el sistema nervioso.
El prana, en la filosofía yóguica se refiere a la fuerza vital o energía que anima a todos los seres vivos, es el principio activo de la vida.
En términos occidentales, en cambio, se podría relacionar con la idea de energía bioeléctrica, que es la electricidad generada por los procesos biológicos en el cuerpo humano.
De esta forma el sistema nervioso sería el «circuito eléctrico» del cuerpo humano. Las neuronas transmiten señales eléctricas en forma de impulsos nerviosos a lo largo de las vías nerviosas, lo que permite la comunicación entre diferentes partes del cuerpo y el cerebro.
Esto lo sabemos, pero, ¿te has parado a pensar lo importante que es nutrir este circuito de electricidad, y la repercusión que esta energía tiene en tu equilibrio, bienestar y desarrollo?
El corazón no podría latir, la sangre no podría circular, los pulmones no podrían respirar, los diferentes órganos no podrían funcionar, de hecho, toda la maquinaría del organismo se detendría. Pero no sólo eso, ya que tampoco el cerebro podría pensar ni podríamos gestionar nuestras emociones, o nuestro crecimiento personal, si el prana no está presente, ya que su valor va mucho más allá de las funciones fisiológicas.
El oxígeno del aire nutre la sangre, haciendo uso de él el sistema circulatorio. Mientras que el prana nutre el sistema nervioso, que lo emplea en todo su trabajo.
Continuamente inhalamos aire cargado de prana. La forma más libre de prana se encuentra en el aire atmosférico, cuando el aire es fresco. De esto te hablaba en el episodio sobre el prana y la electricidad. Aunque hay otras fuentes, como la alimentación, lo cierto es que aprovechamos mejor y más fácilmente el prana que proviene de la respiración.
En una respiración normal, recogemos cierta cantidad de prana, pero a través de las técnicas de pranayama que controlan y regulan la respiración, logramos extraer cantidades mayores, que se almacenan en el cerebro y en los centros nerviosos, para ser empleado cuando sea necesario.
Así que almacenamos prana en el organismo, igual que almacenamos electricidad en las baterías.
De hecho, el poder que se atribuye a todos los grandes yogis en realidad proviene de su capacidad de almacenar y dirigir el prana de forma consciente, lo que se conoce como prana vidya.
Continuando con la comparación anterior, la sangre oxigenada se lleva a todas las partes del cuerpo, reabasteciendo y revitalizando. Y del mismo modo el prana se lleva a todas las partes del sistema nervioso, aportando fuerza y vitalidad.
Recuerda que el prana es el principio vital, por lo que es fundamental en nuestras vidas, y es más que necesario reponerlo continuamente.
Porque al igual que el oxígeno de la sangre se emplea para todas las funciones del organismo, así el aporte de prana del sistema nervioso se gasta rápidamente con nuestro pensar, querer, actuar, etc.
Cada uno de nuestros pensamientos, actos, esfuerzos voluntarios, cada movimiento de un músculo usa una cierta cantidad de energía nerviosa, que en realidad es una forma de prana.
Por todo ello, la absorción de prana es fundamental, y debemos buscar siempre una respiración profunda y de calidad.
Un flujo equilibrado de prana promueve la salud y el bienestar, mientras que un desequilibrio puede manifestarse como enfermedad o malestar. Prácticas como la respiración consciente, el yoga y la meditación pueden ayudar a armonizar y fortalecer el flujo de prana, promoviendo la salud integral y el equilibrio emocional.
Meditación para equilibrar las energías nerviosas
- Para abrir el espacio: siéntate con la espalda recta, coloca las manos en el mudra de plegaria y canta 3 veces Ong Namo Guru Dev Namo.
- Postura: sentado en postura Fácil (Sukhasana) vas a colocar las manos a la altura del corazón, a unos pocos centímetros de tu cuerpo, sin tocarlo. Los brazos permanecen doblados con los codos a los lados, y las palmas de las manos miran hacia dentro. La mano izquierda queda más cerca de tu cuerpo, la derecha apoya su palma sobre el dorso de la izquierda, los dedos están juntos y estirados, apuntando hacia los lados, y los pulgares se tocan.
- Respiración: inhala lenta y profundamente por la nariz y sostén el aire dentro durante 15-20 segundos. Exhala del mismo modo, y vuelve a frenar, esta vez en vacío, durante otros 15-20 segundos.
- Ojos: abiertos 1/10 parte.
- Tiempo: 3-5 minutos.
- Para terminar: inhala profundo, sostén el aire aplicando mulabandha durante unos segundos, y después exhala y relaja.
- Para cerrar el espacio: recita el Eterno Sol “que el Eterno Sol te ilumine, el amor te rodee y la luz pura interior, guíe tu camino” y canta 3 veces Sat Nam.